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martes, 28 de agosto de 2012

GAM CUENTA MÁS DE 100 REENCUENTROS

La Hora - Tribuna, No Mostrador
Un reencuentro con la identidad
GAM CUENTA MÁS DE 100 REENCUENTROS
El conflicto armado interno que vivió Guatemala en el pasado dejó a miles de familias separadas y provocó un fenómeno que los expertos llaman “rupturas en el tejido social”. Hoy surgen esfuerzos para reconstruir y reparar los daños que ocasionaron los 36 años de violencia entre las fuerzas estatales y las insurgentes, con el acercamiento de familiares que por mucho tiempo permanecieron separados. Son reencuentros con la propia identidad.
ÉDER JUÁREZ
ejuá rez@lahora.com.gt
“Recordar ese sufrimiento es duro”, comenta Guadalupe Patzán, quien a sus escasos  14 años, en 1981, tuvo que separarse de sus padres y familiares cuando el conflicto armado llegaba a una de sus etapas más cruentas y su comunidad, San Miguel, Uspantán, en Quiché, no estaba libre de sufrir las consecuencias.

Guadalupe dice que una noche observó, en lo que cree fue una incursión militar, cómo mataron y desaparecieron a los integrantes de su familia. “Ese fue el último adiós que le di a mis hermanos; desde ese momento ya no los volví a ver. No sabía si los mataron o si se encontraban con vida, pero lo cierto es que ya no volvieron”.

Recuerda que después del ataque contra su pueblo, huyó hacia Santa María de Dolores, en Ixcán –Quiché–, en donde según él vivían familiares. Se fue acompañado de sus dos hermanas menores, aunque “ellas murieron porque en las montañas no tenía como curarlas y se empezaron a morir lentamente”.

“Solo quedamos tres hermanos, los cuales nos separamos de nuevo. Ellos se quedaron y yo me fui a Chiapas, en México”, relata, sin ocultar su emoción. “La vida en México no es fácil”, pues el “ser refugiado es muy difícil, ya que la situación no lo dejaba salir a uno”.

Pero el caso de Guadalupe no es el único; miles de familias guatemaltecas se encuentran en situaciones similares, luego que sufrieran las consecuencias de ser desplazadas por los enfrentamientos ocurridos durante el conflicto armado interno.

En ese marco, el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) ha realizado una serie de investigaciones profundas en las comunidades movilizadas y los grupos sobrevivientes de la violencia, para ayudar a las familias separadas por la violencia a reintegrarse y reanudar sus lazos de convivencia.


Para el reencuentro de la familia Patzán se realizaron diversas investigaciones en los diferentes departamentos y comunidades donde posiblemente se podían localizar a los hermanos separados; se coordinó con líderes comunitarios, iglesias y otros actores sociales para dar con el paradero de estas personas.
 
Después de una complicada investigación del GAM, ocurrió lo inesperado, y a sus 54 años, Guadalupe se reencontró con dos de sus hermanos, en un emotivo acto desarrollado por la organización, en la zona 1 capitalina.

“Después de todo hoy sé en donde se encuentran mis hermanos y ahora los puedo ver de vez en cuando”, dijo Guadalupe a La Hora.

EXTRAÑA DIVISIÓN

Otro es el caso de Manuela de León, quien tenía año y medio cuando asesinaron a su papá en Santa María Dolores y según cuenta, su “madre ya no sabía qué hacer”, porque no podía mantener a su numerosa familia, así que la dejó olvidada. Me separé de mis hermanos y de mi mamá, crecí sola”, comenta después de recordar con dolor los años que vivió sin su familia.

Fue entonces cuando personas de la comunidad acogieron a Manuela en sus hogares, pero durante el conflicto su suerte cambió nuevamente de manera radical. En medio de un entorno violento,  De León recuerda que huyó a Quintana Roo, en calidad de refugiada, en donde pasó la mayor parte de su vida.

Pese a no contar con mucha información sobre su situación, recientemente se rencontró con su familia hace cerca de un año, tras un largo proceso de investigaciones y trámites legales efectuados por el GAM. “Ahora me siento muy contenta de poder ver otra vez a mi mamá y a mis hermanos, es una alegría tan grande”, relata Manuela.

Ahora dice que “la vida es muy difícil” cuando se está lejos de la familia, pero ahora “nos podemos comunicar constantemente”. “Ojalá se pueda recuperar el tiempo perdido y pueda convivir en armonía con mi familia”, dice con gran emoción.
 
Esa misma situación la vivió la familia López Aguilar, cuando una tarde de fiesta en la aldea Agua Escondida, ubicada en Las Huistas, Huehuetenango, en 1980, la guerra interna vivida en el país se encontraba en uno de sus momentos más conflictivos; la familia desconocía que aquella tarde sería la última vez que estarían todos juntos.

La familia estaban conformada por cinco hermanos, quienes para su supervivencia se dedicaban principalmente a la agricultura y crianza de animales, además de atravesar de vez en cuando la frontera mexicana para cortar café.

Los rumores de hechos de violencia en contra de poblaciones indígenas circulaban en la región. "Aquel día salimos huyendo porque un amigo de la familia nos contó que habían unos militares matando gente", narra Margarito López

"A nosotros nos dio tiempo de huir hacia la montaña; ya en lo alto vimos cómo el fuego ardía en las casas de la comunidad y gente vestida de civil mataba a otros paisanos", relata Vicenta López, quien en aquel entonces únicamente contaba con 14 años de edad.

Según narración de los hermanos López, estando ya en la montaña se percataron que una patrulla militar se encontraba cerca de ellos, razón por la cual emprendieron otro escape desesperado por salvar su vida. En ese momento de angustia se dio la separación de toda la familia.

Desde aquel entonces no supieron nada de sus familiares, y vivieron con la incertidumbre si vivían o no. Los hermanos López volvieron a Guatemala en los años 1993 y 1997 respectivamente, sin conocer el paradero de los demás miembros de su familia.

Después de 30 años los hermanos López se reencontraron con el apoyo de una organización social. “Me siento muy feliz de estar de nuevo junto a mi hermano, era algo que anhelaba desde hace mucho”, señala don Margarito López

Más que simples reencuentros, organizaciones como el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) trabajan en proyectos dirigidos a reparar los daños y fracturas  en el tejido social que dejó el conflicto armado interno, lo cual implica reunir a familias separadas por la violencia, para que puedan conocer más sobre su historia reciente.

REPARANDO EL TEJIDO

Según Mario Polanco, director del GAM, los reencuentros logran en alguna medida la reconstrucción del tejido social que durante la guerra se “fracturó”. “Un elemento fundamental para la reconstrucción del tejido social es la reconciliación, y que mejor reconciliación que el encontrarse con un ser querido”, indica.

El activista explica que el recuentro es “un paso trascendental” y un elemento fundamental  para la reconciliación, pero reconoce que a la par también se debe trabajar para conocer la verdad y facilitar el acceso a la justicia, ya que solo al tener todos estos elementos se podrá hacer una reconstrucción total del tejido social, que se entiende como los lazos que cohesionan a las personas con su comunidad.

Según el Director del GAM, algunas familias todavía no comprenden por qué fueron blancos de ataques en el conflicto, no saben “por qué si ellos estaban viviendo de manera tranquila y pacíficamente en una comunidad llegaron a agredirlos personas desconocidas”.

Al referirse al caso de Guadalupe, Polanco dice que “ese es un buen paso” porque “sabemos que es un caso, pero de uno en uno se puede completar esa totalidad de casos que mantienen en incertidumbre a una buena parte de la población”.

El GAM tiene ya tiene 11 años de colaborar en más de cien reencuentros; cada uno implica un profundo trabajo de investigación y de procedimientos legales que la organización desarrolla con expertos.

Los reencuentros implican una inversión aproximada de Q30 mil por cada caso; hasta ahora, el Estado no ha aportado, pero esperan las nuevas autoridades puedan involucrarse en el proyecto.

Además el Director del GAM comenta que el aporte social que realizan en las investigaciones es sumamente importante, pues como organización están cumpliendo con el papel para el cual fueron creados: “Servir a las víctimas de violaciones a los derechos humanos” y velar por la reconstrucción del tejido social y obviamente a la reconciliación.



REGISTROS
OTROS CASOS
Después de varios meses de investigaciones en diferentes comunidades y municipios del municipio de Ixcán, del departamento de Quiché, se logró localizar a la familia de don Antonio Méndez Pérez, quienes vivían en la comunidad de Victoria 20 de Enero en tiempos del conflicto armado. Se logró localizar a la familia de don Antonio en la comunidad de Kaibil Balam, sus menores hijos actualmente viven con su abuela, ya que sobrevivieron gracias al apoyo de algunos vecinos quienes los auxiliaron hasta que fueron entregados a la abuela materna.

Los familiares de doña Juana Tum López  eran originarios de la comunidad Primavera, del municipio de San Pedro Jocopilas,  del departamento del Quiché. En 1982, a causa del conflicto, la familia se desintegró. Se logró identificar el destino de la familia de Juana Tum en la comunidad de Chija, del municipio de San Pedro Jocopilas, del departamento del Quiché, pero todos sus hermanos y sus padres fallecieron, y solo se consiguió encontrar a sus sobrinos sobrevivientes.

En San Juan Cotzal, del departamento del Quiché,  se logró localizar a la familia de doña Juana Chamay Toma, quien  buscaba a sus hermanas, Rosa  y Magda del mismo apellido,  quienes fueron separadas de su entorno familiar en el año de  1982;  Se localizó a las hermanas en la comunidad de Cancap, del municipio de San Juan Cotzal, aunque  sus padres fueron asesinados.


“Después de todo hoy sé en donde se encuentran mis hermanos y ahora los puedo ver de vez en cuando”.
Guadalupe Patzán

lunes, 27 de agosto de 2012

Pedro García Arredondo es sentenciado por la desaparición forzada de Edgar Enrique Sáenz Calito

El día de martes 21 de Agosto de 2012 fue un día histórico. Pedro García Arredondo fue sentenciado a 70 años de prisión por haber participado intelectualmente en la desaparición forzada del estudiante universitario Edgar Enrique Sáenz Calito.

El proceso legal se prolongó durante 13 meses y la investigación penal duró al menos tres años. Con documentación proveniente del Archivo Histórico de la Policía Nacional se logró comprobar la participación del ex jefe de policía.

Durante 31 años la familia de Edgar Sáenz batalló en favor de que se hiciera justicia, sin embargo la única respuesta que se recibió fue la amenaza e intimidación; Su esposa y su pequeña hija de solo cuatro años de edad se vieron en la necesidad de salir del país.

Las pruebas recabadas señalan los siguientes hechos:


1.      Edgar Enrique Sáenz Calito, fue capturado por integrantes del comando seis de la Policía Nacional el día 4 de Marzo de 1981 aproximadamente a las 17:30 horas, en las inmediaciones del telenoticiero Aquí el Mundo. En la ciudad de Guatemala.
2.      Durante 24 horas fue interrogado en un espacio denominado “El Cuartito”, luego de eso fue presentado ante los tribunales de justicia.
3.      El 9 de junio de 1981 fue absuelto por el tribunal primero de paz penal y se ordenó su liberación.
4.      Durante estos 95 días de “detención legal” fue torturado diariamente, además Pedro García Arredondo recibió diariamente un informe detallado de que hacía, con quién hablaba y quienes lo visitaban.
5.      El día de su “liberación” se ordenó a los policías apostados en las calles cercanas al centro de detención que ingresaran a las instalaciones de tal forma que no estuviera nadie en las calles y cuando Edgar Enrique Sáenz Calito junto a su esposa, hija, hermana y padre habían avanzado exactamente 115 metros sobre la calle, fueron interceptados por un grupo de hombres fuertemente armados, para recapturarlo, pero en esta ocasión no fue presentado a los tribunales.

Por otro lado Pedro García Arredondo es recordado con mucho terror por el ataque permanente a la juventud y a cualquier opositor. Puede ser responsable de miles de muertes, entre los casos emblemáticos que se le atribuyen están:

1.      La quema de la embajada de España en Guatemala.
2.      El ataque armado contra el grupo de ciudadanos que acompañaban a las víctimas quemadas en la embajada de España.
3.      La desaparición forzada de Alaíde Foppa
4.      El asesinato de Oliverio Castañeda de León secretario general de la AEU.
5.      El asesinato de Manuel Colom Argueta
6.      El asesinato de Alberto Fuentes Mohr

Esta sentencia es emblemática porque permite vislumbrar que existe la posibilidad de que termine la impunidad en Guatemala. Aunque apenas es la cuarta sentencia por desaparición forzada la sentencia permite que las familias víctimas tengan confianza de denunciar y de buscar justicia.

El Grupo de Apoyo Mutuo confía que pronto se logren otras detenciones de responsables de violaciones a los derechos humanos y se logre su castigo.

Reconocemos públicamente el apoyo irrestricto que el GAM ha recibido de parte de las siguientes instituciones:

1.      Archivo Histórico de la Policía Nacional
2.      Ministerio Público
3.      Procuraduría de los Derechos Humanos
4.      Fundación de Antropología Forense de Guatemala.

Guatemala 22 de agosto de 2012