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jueves, 25 de agosto de 2011

MUJERES MAYA K'ICHE' VICTIMAS DE VIOLACION SEXUAL

Violaban a las mujeres, las ponían a cuatro patas, luego les disparaban metiendo el arma en el recto o en la vagina (...) También mandaban hacer 'percha' con las mujeres (...); por una sola pasan 20 o 30 soldados. Si caía bien la mujer, la dejaban ir; a otras las mataba el último que pasaba con ella".1

     "Es difícil que pueda contar, mataron a su esposo, se murieron sus dos hijos. Tiene un hijo de los que la violaron y mataron a sus familias. Demasiado sufrimiento para una vida (...)".


I.
Antecedentes

Este caso se refiere al sufrimiento de las mujeres maya k'iche', víctimas de violación sexual; documenta algunas de las violaciones sexuales cometidas por miembros del Ejército, comisionados militares, jefes y miembros de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) en el departamento de Quiché, durante el período comprendido entre 1979 y 1983.

     A pesar de que muchos testigos se refieren, en sus relatos, a violaciones sexuales cometidas contra mujeres en las comunidades rurales, la CEH recibió un número de denuncias no muy elevado.3  Muchas son las razones por las cuales las mujeres maya k'iche' se abstuvieron de atestiguar.

     El estigma que marca a la mujer, la vergüenza, la humillación, el miedo a ser descubierta, e incluso culpabilizada, y la absoluta impunidad de los responsables, contribuyó a que las víctimas no compartieran su dolor. Esto favoreció el aislamiento y aumentó el sentimiento de culpabilidad:

     "(...) No es fácil para una mujer atreverse a decir que la violaron, más difícil es para una mujer indígena".4 

En el departamento de Quiché, el inicio de la violencia comenzó con la persecución de líderes comunitarios, sacerdotes y activistas católicos: así llegó a consolidarse un clima general de terror.

En 1980 el Ejército intensificó sus acciones dirigidas a desarticular la organización comunitaria creada por la Acción Católica y por el Comité de Unidad Campesina (CUC), estimando que esas comunidades estaban vinculadas a la guerrilla.

     A mediados de 1981, a causa de la persecución que sufría, la Iglesia Católica se retira del departamento. Es en este momento cuando el Ejército ocupa, en casi todos los municipios, los templos y conventos católicos, para instalar destacamentos militares,5  lo cual facilita un mayor control sobre la población y, al mismo tiempo, usa las instalaciones como centros de detención, tortura y ejecución. El Ejército también ocupa otros edificios públicos, como escuelas y salones municipales. A partir de este momento, la población de Quiché sufre reiteradas violaciones de derechos humanos.6 

     Entre los atropellos sufridos por las mujeres, destacan las violaciones sexuales, a las que, en multitud de casos, siguió la ejecución de la víctima. Para quienes perpetraron las violaciones, ninguna condición -ser niña, adolescente, anciana, soltera, casada, viuda, estar embarazada, haber dado a luz o estar enferma- supuso un impedimento.

Tomando en cuenta la cantidad y complejidad de los hechos registrados, el caso será abordado en varios apartados.

II.
Los hechos

Violación sexual de niñas

     En una operación militar, un grupo de soldados sorprendieron a una mujer y una niña junto a propaganda insurgente. El testigo relata:

     "Entonces el capitán ordenó, ese capitán hijue puta ordenó que dos soldados agarraran a la patoja esa y él la violó, así, él así, se arrodilló, con calma se quitó su equipo, se bajó su pantalón, 'la agarran bien muchá', les dijo, y la violó la pobre, y a la otra muchacha también la violaron todos (...) El violó a la pequeña y después la dejó para que la siguieran violando los demás".

     En el municipio de Ixcán, algunas niñas, además de ver cómo violaban a mujeres mayores, sufrieron, ellas mismas, violación sexual.8 
     Hubo niñas que fueron violadas más de una vez. Una de 16 años sufrió estos abusos en dos oportunidades, que perpetraron comisionados militares.9  Quedó embarazada, igual que sucedió en otros casos.10 

     Niñas trabajadoras fueron también víctimas de violación sexual. Una pequeña vendedora de nueve años de edad, fue sorprendida por los soldados junto a su puesto de venta, próximo a la casa en que vivía, a la orilla de la carretera, en Xepol, Chichicastenango. La llevaron a la casa, encerraron a los padres en una habitación y a la niña en otro cuarto. La violaron y luego la dejaron tirada, con graves lesiones.11 

     En el municipio de Uspantán se reportaron casos de violaciones sexuales reiteradas, sufridas por menores.12 

La alevosía con que los autores cometieron públicamente estos ultrajes contra las menores fue conocida por el municipio San Bartolomé Jocotenango:

     "[Los patrulleros] se aprovechaban más de las que no tenían hijos, les gustaban las niñas (...); unos les abrían las piernas y otros iban pasando con ellas (...) las violaban".13 


Violación sexual de mujeres embarazadas

     La condición de las mujeres embarazadas no fue respetada. Mujeres cuyo embarazo se encontraba en su etapa final fueron violadas reiteradamente. Sus agresores no se conformaban tan sólo con violarlas:

     "[La víctima] que estaba embarazada la violan, luego la cortan con cuchillo, degollándola, y finalmente le abren el vientre, ya tiene 8 meses de embarazo, y le arrancan al niño. Luego intentan quemarla".14 

     El embarazo no fue impedimento para las violaciones reiteradas, cometidas por varios autores. En el municipio de Joyabaj, una mujer embarazada de siete meses tuvo que preparar comida para quince soldados. Cuando terminaron de comer, la desnudaron y la violaron delante de su esposo.15 

     En el municipio de Chinique "(...) después del interrogatorio, la esposa [del hombre asesinado] fue violada consecutivamente, aproximadamente unas quince veces, tanto por los soldados como por los hombres que vestían de particular (...)".16 

     Los niveles de crueldad llegaron al extremo de la tortura y ejecución de una mujer en el momento de dar a luz. En la masacre en Chuguexá, los soldados llegaron a la casa de una mujer que estaba a punto de dar a luz, y procedieron a ejecutarla con una navaja. Como ya sufría dolores de parto, comenzó a dar a luz a su niño, que cuando murió su madre quedó con medio cuerpecito dentro y medio afuera. Fue así como fueron hallados los cuerpos, al día siguiente, por sus familiares. Los soldados también habían hecho pedazos los pechos de la mujer con las navajas.17 

     Asimismo, fueron violadas mujeres que se encontraban convalecientes del parto. En el municipio de Chiché una mujer que acababa de dar a luz, fue violada, primero por soldados y luego por integrantes de las PAC. Debido a su estado, enfermó gravemente.18 


Violación sexual de mujeres capturadas

     El Ejército y las PAC apresaban a las mujeres. Los hechos permiten inducir que el propósito era violarlas. De paso, las obligaban a realizar trabajos forzados.19  Esta práctica era frecuente en los destacamentos militares y cualquier lugar utilizado como cárcel:20  "Las PAC la han violado por ocho días en el destacamento".21 

     El domingo 15 de marzo de 1981, soldados procedentes del destacamento militar de San Miguel Uspantán, llegaron a la comunidad de Macalajau y capturaron a una joven k'iche' de 16 años. La condujeron al destacamento y allí fue torturada y violada.22 

     En San Bartolomé Jocotenango, algunas mujeres permanecieron detenidas de forma ilegal durante más de un año. Además de sufrir todo tipo de agresiones sexuales, se les forzaba a hacer trabajos de limpieza y a cocinar para los soldados y los miembros de las PAC.23 

     En marzo de 1982, en el destacamento instalado en el convento de San Andrés Sajcabajá,24  varias mujeres de distintas comunidades permanecieron detenidas durante unos tres meses. Durante su cautiverio fueron violadas sexualmente en forma reiterada. Los militares las obligaban a servirlos a ellos y a los patrulleros. Tenían que lavarles la ropa, prepararles la comida, encargarse de tareas de limpieza; las obligaron también a acarrear leña.25 

     Fue habitual que el Ejército y los PAC aprovecharan los días de mercado para hacer prisioneros.26  En Santo Tomás Chiché, una mujer que se dirigía al mercado fue detenida arbitrariamente y violada.27  En Chiché, miembros de las PAC forzaron a una mujer frente a su esposo cuando éstos se dirigían al mercado. Luego, la agredieron con un machete y la ejecutaron.28 

Las vendedoras de los mercados resultaron también víctimas de este tipo de abusos:

     "[Ella] estaba vendiendo frijol y maíz en el mercado, cuando fue agarrada por soldados junto con otras 20 ó 25 mujeres de distintos cantones como Pacajá, Chicabracán y Pacho Lemoa. Estuvieron detenidas en la cárcel de Chichicastenango (...) Una señorita de Chicabracán fue violada sexualmente por un policía".29 


El móvil

     En numerosos casos las mujeres fueron violadas porque se les acusaba de colaborar, pertenecer o ser parientes de miembros de la guerrilla. La acusación de ser guerrillera o ser madre, hermana, esposa o hija de guerrillero, o de tener algún parentesco o colaborar con los alzados, era motivo suficiente para que las mujeres fuesen víctimas de violencia sexual.

En marzo de 1981 una niña de 16 años fue acusada de colaborar con la guerrilla:

     "La acusaron de colaborar con la guerrilla, porque su hermano fue quemado en la embajada de España, su padre ya torturado y desaparecido y ella tenía una máquina de coser en su casa, porque trabajaba para la cooperativa (...) Fue muy fácil que le acusaran de hacer ropa para la guerrilla (...) La familia estaba en el CUC, allá hacía su trabajo (...), lo del EGP vino después. A ella la violaron, la torturaron y de plano dio nombres de compañeros del CUC, sin saber nada de la guerrilla".30 

     En San Bartolomé Jocotenango, en noviembre 1981, las casas de la comunidad fueron allanadas por patrulleros. Apresaron a las mujeres, cuyos esposos se encontraban ausentes, las acusaron de ser mujeres de guerrilleros, porque sus maridos habían huido.31 

Otras mujeres fueron víctimas de violencia sexual atroz:

     "Teníamos allí [en Chepol, cerca de Chupol] una carpa para prisioneros, pero habían dos mujeres nada más. Prisioneras, decían ellos [los militares] que eran guerrilleras, verdad, y las estaban violando masivamente. O sea, que cuando yo llegué había una cola como de 35 esperando turno y yo no quise pasar porque realmente, como a unos dos metros a la redonda se sentía un olor fuerte, una hedentina así desagradable, como a shuco y yo veía a las muchachas allí (...), sí, allí estaban rodeándolas y violándolas, verdad, y se levantaba uno y pasaba el otro, violándolas, verdad, y se levantaba uno y pasaba el otro, y se levantaba uno y pasaba el otro, y se levantaba uno y pasaba el otro y total de que yo calculo que estas pobres mujeres las violaron unos 300 soldados, tal vez, si no más (...)".32 

     Varias mujeres acusadas de guerrilleras estuvieron seis meses detenidas en el convento de Uspantán, ocupado por el Ejército: "En las noches entraban los soldados a violar a las señoritas".33 

     Cuando las mujeres se encontraban solas e indefensas en sus residencias, se les acusaba de guerrilleras y se les exigía que entregaran a sus esposos.34  Esa acusación era suficiente para que las violaran.35  A otras las sacaban a la fuerza del interior de sus casas y las violaban en el monte.36  Incluso, menores de edad sufrieron esas violaciones.37 

     En otros casos, miembros de las PAC, valiéndose de esta acusación, las obligaron a tener relaciones sexuales con ellos y, a veces, cuando se oponían, además de violarlas, las asesinaban.38  Hubo ocasiones en que los patrulleros acusaban a aldeas enteras de colaborar con la guerrilla. Por tal motivo, encerraban a las mujeres en las casas, las violaban y seguidamente incendiaban las casas.39 

     En marzo de 1982, en la comunidad de Choaxán, Chinique, la mayoría de la población había huido. Sin embargo, uno de los responsables de Acción Católica aún permanecía en el lugar. Una noche, soldados acompañados de hombres vestidos de civil se presentaron en su casa, mientras la familia dormía. Se lo llevaron y le dieron muerte. Luego, regresaron e interrogaron a su esposa, embarazada de siete meses; la violaron consecutivamente, tanto los militares como los hombres que vestían de civil.40 





Violación sexual, las circunstancias

Masacres

     Según algunos testigos de las masacres, la violencia sexual contra las mujeres contaba con la aquiescencia de los oficiales al mando de la tropa. Los soldados sabían que podían violarlas. Ellas eran consideradas, además, como botín de guerra y también fueron ofrecidas como aliciente y regalo a la tropa:

     "Entonces llamé a otro, a un soldado de primera que se llamaba (...) Soldado, le dije, hágase cargo de la señora, le dije, y es un regalo del subteniente (...) y llamó a los muchachos [los otros soldados] y dijo: 'Hay carne muchá', dijo, verdad, entonces vinieron agarraron a la muchacha, le quitaron al patojito y la violaron entre todos otra vez, verdad, la violación masiva".41 

La crueldad fue objeto de reiterados testimonios de víctimas directas y parientes:

     "Juntaron los soldados a muchas mujeres y niños y los encerraron y los quemaron. También, violaron a las mujeres antes que las mataron. Cortaron los pechos y orejas y manos".42 

     Se registraron casos de mujeres violadas con antelación al desarrollo de la masacre. En estos casos, los militares, a veces con la colaboración de miembros de las PAC y comisionados militares, quemaban casas, ropa, cosechas y luego violaban a mujeres y niñas. Más tarde procedían a realizar la masacre.43 


Ante los parientes

     En muchos casos registrados por la CEH, mujeres fueron violadas en presencia de sus esposos, hijos y otros parientes.44  Estos no podían intervenir para evitar la violación, ya que también eran agredidos, como sucedió con una mujer cuyo hijo trató de defenderla de la violación y los victimarios lo golpearon.45 

     En otros casos, se relata la violación sexual reiterada que sufrieron mujeres delante de sus hijos.46 

Durante la huida o refugiada en la montaña

     Debido a la violencia que se ejercía sobre las comunidades, muchos pobladores no tuvieron otra alternativa que escapar si querían salvar sus vidas. En algunos casos, el desplazamiento forzado no significó necesariamente que lograran ponerse a salvo. Las mujeres, responsables de cargar con los niños y las pertenencias indispensables, eran presa fácil durante la fuga. Una mujer de Tzalamabaj, Chiché fue capturada mientras huía:

     "La víctima ya no aguantó correr porque cargaba sus cinco hijitos (...) [Los soldados] amontonaron a los niños, que lloraban todo el tiempo, la nena abrazó al chiquito, los metieron en una cuartito, los metieron en un cuartito de la casa social y cinco soldados la violaron (...)".47 

     En otro relato se describe cómo cuatro familias que huían, cruzaron el río Xalbal y arribaron a Kaibil Balam. Fue entonces cuando los soldados capturaron y violaron a las mujeres. Luego las mataron.48  En julio de 1982, una niña de 9 años, fue violada junto a su mamá, mientras intentaban huir de los soldados.49 

     Resultar heridas durante la huida impuso a muchas mujeres el riesgo de caer prisioneras, y ser violadas. Son numerosos los casos conocidos, que se produjeron en estas circunstancias en que las mujeres fueron violadas y luego ejecutadas.50  "(...) Es herida de bala en la pierna y es sujetada por los soldados, quienes la desnudan, uno por uno la violan todos, al terminar todos, uno de los soldados saca su cuchillo y la degolla".51  De igual forma, fue violada otra mujer que estaba escondida en el lugar y fue sorprendida por los victimarios.52 

Era imposible, para las mujeres, encontrar un escondite seguro:

     "A las cinco de la mañana fueron sorprendidos por las PAC cuando dormían en un lugar escondido y empezaron a salir corriendo. Las PAC los alcanzaron a las seis de la mañana, porque ya se agotaron de correr entre el monte. Las PAC le alcanzaron a doña Petrona con balazos y su pequeña niña y tenía otra hija pequeña, también se quedaron sin correr porque se murió su mamá y en el mismo lugar se quedaron matados. A puro machetazo, pedazo por pedazo, tirados donde fueron capturados. La hija mayor fue torturada y violada hasta las doce del medio día, la mataron con machete. Se llamaba Petrona Ramos".53 

     En otros casos, los autores de las violaciones dejaron evidencias de la crueldad que habían empleado. Una mujer desplazada que se encontraba en las montañas cercanas a la aldea Parraxtut, Sacapulas, y cuya familia pertenecía a la Acción Católica, sobrevivió a las torturas a que la sometieron. Luego, los soldados la desnudaron y la violaron:

     "La clavaron parada, le metieron clavos en sus manos y en su pecho. La quemaron viva. Cuando se retiró el Ejército, los vecinos enterraron los pocos restos que hallaron. Algunos pedazos se quemaron, los perros habían comido sus piernas".54 


En sedes militares, edificios religiosos y públicos ocupados por el Ejército

Distintos edificios públicos y religiosos fueron ocupados y utilizados como sedes militares y, a la vez, como centros de detención.

     Los conventos de Uspantán, Chajul, Cotzal, Nebaj, Chiché, Canillá, Sacapulas, Joyabaj, Zacualpa, San Pedro Jocopilas y San Andrés Sajcabajá55  fueron ocupados por militares. Allí se perpetraron violaciones sexuales contra las mujeres capturadas. Así sucedió en el convento de San Pedro Jocopilas, en enero de 1981;56  en el convento de Uspantán, entre junio y diciembre de 1983.57 

     El desprecio hacia la dignidad de las mujeres era evidente y agresivo. En un caso, en el destacamento militar de Uspantán, cuando un grupo de personas fue conducida hasta allí por los militares, los soldados dijeron:

     "Carne nueva nos vamos a echar (...)".58 

Este fue el anuncio:

     "Todas las mujeres son violadas día tras día. Lo cierto es que toda mujer capturada, de cualquier edad, era violada. A cualquier hora. Los soldados hacían fila para abusar de ellas".59 

Los victimarios no se conformaron con violarlas:

     "Después las ejecutaban y los responsables se reían de la forma en que fallecían".60 

     En el destacamento de Uspantán las mujeres permanecieron cuatro días aisladas, encerradas en sanitarios individuales. Durante ese tiempo, fueron sometidas a violación sexual por elementos del Ejército y sufrieron todo tipo de torturas, incluidas descargas eléctricas y golpes. Además, las víctimas estuvieron sometidas a fuertes presiones psicológicas:

     "Un soldado que tocaba la guitarra les dijo que esa noche iban a escuchar la última canción de su vida".61 

     En medio de todo el sufrimiento, las mujeres también presenciaron y fueron víctimas de torturas infligidas a los demás detenidos. En el destacamento había cuartos de tortura:

     "Especialistas en tortura, carniceros, calentaban cuchillos con fuego, le daban electricidad, le metían alambres en los ojos, estaba sólo en calzones, colgado, dejando charcos de sangre".62 

     En otra oportunidad, el domingo 15 de marzo de 1981, llegaron a la comunidad soldados procedentes del destacamento militar de San Miguel Uspantán. Capturaron a una joven k'iche' de 16 años y la condujeron al destacamento, donde fue torturada y violada.63 

     Aunque la violación tuviese lugar en sedes militares, los victimarios no eran soldados en todos los casos. Miembros de las PAC tenían acceso a esas instalaciones y podían capturar y violar a las mujeres.64  Como ejemplo de esta conducta puede citarse la detención arbitraria que sufrieron una abuela, su hija y cinco nietas de una familia de la Zona Reyna, Uspantán, a las que condujeron al destacamento militar de La Parroquia, Lancetillo. Una de las niñas, de 16 años, fue violada mientras los patrulleros la trasladaban a la instalación militar:

     "Unos patrulleros la apartaron y fueron pasando con ella (...) oímos como chilla, cómo llora".65 

     A muchas mujeres prisioneras, los militares las llevaban al destacamento La Parroquia, Zona Reyna, y después a La Gloria, donde las violaban. Según testimonios recogidos por la CEH, las jovencitas eran entregadas, después, a hombres viudos. Hubo matrimonios forzados.66 


Violación sexual y embarazos forzosos

Gran número de mujeres, además del sufrimiento que provocaban las masacres, la desaparición de parientes y la miseria en la que habían quedado, tuvieron que enfrentar el embarazo involuntario, como secuela de una violación sexual.

     Una mujer fue acorralada por dos comisionados militares, que la golpearon en la cabeza y la violaron. Dos o tres días después, volvieron a aguardarla en el camino y la violaron por segunda vez. A raíz de ello, la víctima quedó embarazada.67  La familia de la víctima era acusada de pertenecer a la guerrilla.

En El Saraguate, Uspantán, una madre de familia fue violada en forma ininterrumpida ante sus hijos; quedó embarazada de los violadores:

     "Es difícil que pueda contar, mataron a su esposo, se murieron sus dos hijos. Tiene un hijo de los que la violaron y mataron a sus familias. Demasiado sufrimiento para una vida (...)".68 


Violación sexual y ejecución arbitraria

Hubo casos en que mujeres que lograron sobrevivir a la violación sexual, fueron ejecutadas:

     "Soldados la violaron y después le abren el cuerpo con un cuchillo".69 

La decapitación y el degollamiento aparecen con mucha frecuencia como medio de eliminar a las mujeres víctimas de violación sexual:

     "[Las mujeres] presentaban señales de haber sido violadas sexualmente y las habían decapitado".70 

III.
Después

     La vergüenza con que la sociedad somete a la mujer violada impedía a las víctimas denunciar los hechos. Además, la impunidad vigente imposibilitaba cualquier denuncia, resultaba inviable que las víctimas pudieran emprender una persecución penal contra sus agresores.

El trauma de las víctimas sobrevivientes de violación sexual, es un legado de angustia imperecedera:

     "Nunca se le olvida lo que le hicieron, nunca pudo volver a estar con su esposo, todavía ahorita cuando se reúne con sus hijos se miran y todos se ponen a llorar".71 

      Al referirse a su situación actual, una mujer que sobrevivió a la violación sexual, manifiesta su dolor:

     "El mal no se cura, una lo va llevando consigo misma y una trata de sobreponerse a todo. El daño que te deja una violación sexual no se puede curar (...) Luego de la violación te sentís tan vacía, tan echada de menos (...)".72 

IV.
Conclusiones

Analizado este conjunto de casos presentados, la CEH arribó a la convicción de que agentes del Estado de Guatemala y personas bajo su autoridad, específicamente oficiales y soldados del Ejército, jefes y miembros de las PAC y comisionados militares violaron sexualmente, en forma reiterada, a niñas y mujeres indígenas en el departamento de Quiché, entre 1979 y 1983, atentando contra su dignidad y vulnerando el derecho a la integridad personal.

Al respecto, el carácter reiterativo de las violaciones sexuales y la aquiescencia de los mandos superiores ante su perpetración, permite sostener que esta específica modalidad de atentar contra la integridad de las personas, a lo menos por tolerancia, formó parte de una política estatal.

     El hecho mismo de la violación sexual se vio agravado, en la mayor parte de los casos, por haber utilizado los victimarios métodos extremadamente atroces contra mujeres de toda condición, como niñas, madres embarazadas y ancianas. Estos métodos no tienen siquiera parangón con aquellos que se utilizaban contra el enemigo en los combates del enfrentamiento armado interno.

Los agentes responsables de estos hechos, también lo fueron de violar el derecho a la libertad de las personas, al detener arbitrariamente a las víctimas y obligarlas a trabajar para ellos, incluso dentro de instalaciones militares.

La CEH concluye, además, que, en todos estos casos, el Estado de Guatemala infringió su deber de investigar y sancionar graves crímenes y violaciones de derechos humanos, que han quedado en la impunidad.

A juicio de la CEH, este caso ilustra en qué grado las violaciones sexuales de mujeres fueron parte constitutiva de la represión que se aplicó a la población civil, como parte de la política contrainsurgente, la cual partía del supuesto que el simple hecho de pertenecer a una organización popular o la participación de las mujeres o sus parientes en actividades de mejoramiento de la comunidad local, significaban una opción política a favor de la guerrilla.

A juicio de la CEH, las violaciones sexuales contra las mujeres maya k'iche' fueron otro mecanismo para implantar el terror en la población civil, incluso al interior de las familia cuando las mujeres eran violadas frente a sus hijos y esposos, o tenían que presenciar el asesinato de sus parientes o la violación de sus hijas antes de ser violadas ellas mismas.

Además, estos hechos representan una cruel manifestación de discriminación contra las niñas y mujeres que sufrieron violación sexual.

Fuente: Comision Para el Esclarecimiento Historico

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